cutredeblasto

Friday, December 30, 2005

Capítulo 7


Aquella noche reinaba la paz a bordo, las estrellas relucian como nunca y la nave se mecia suavemente sobre las olas.
Ella salió a cubierta para darse un baño a la luz de la luna, era un rito que comenzó a practicar en una noche de luna llena con un agua oscura y un aire frio de Agosto .
Continuando la ceremonia se despojó de su ropa y se lanzó al agua como si fuera al encuentro de alguien que la esperaba. A los pocos minutos aparecieron los delfines y la rodearon amablemente para nadar juntos. Uno nadaba pegado a ella y se dejaba acariciar, la invitaba a subirse a su lomo y asi danzando se dejaban acunar por las olas bajo los rayos de la luna; el contacto era cada vez más y más sentido y la forma del cetáceo fué metarmofoseando: sus aletas se alargaron como dos brazos que la rodeaban, su extremidad se dividió en dos largas piernas que a las de ella se enroscaban deliciosamente. Ella comenzó a sumergirse sin necesidad de respirar más oxigeno. Su boca se unía a la del delfín que la nutria de vida con su abrazo tierno y silencioso. Bajaban en espiral siempre entrelazados y sintiendo como se unían en espíritu y en plácida simbiosis de sentimientos.
Así transcurrian las horas para ellos mientras el mundo entero dormia ajeno, ajeno y estráneo para siempre.
Ella le comunicó antes del amanecer que debia regresar con una tierna mirada y que el tiempo se le agotaba. La noche duraba un breve instante, esas horas parecían minutos escasos y el ascenso inexorable de vuelta a la realidad de su existencia cada vez era más dura de soportar, no sabian cuando podrían encontrarse de nuevo. ¿Qué más daba si el gozo del alma era tan intenso?. Solo por esos instantes valia la pena morir cada dia languideciendo en espera del ansiado abrazo que les devolveria su felicidad.

Subió a cubierta lentamente y se volvió para despedirse mirando su rostro y las lágrimas resbalaban por sus mejillas; ellos nunca hablaban, no era necesario.
Secó su piel y se envolvió en su ropa para desaparecer en su camarote. Él dió un salto en el aire y los otros delfines le siguieron para retirarse .

Pero alguien lo habia visto todo desde cubierta, la emoción queda que le provocó aquella escena onírica le llegó a anudar la garganta con la más cruel envidia y comenzó a sollozar. Comprendia que habia sentimientos tan profundos que él nunca habia experimentado y que le eran familiares, y el estupor de descubrir que las personas esconden tesoros inaccesibles a pesar de la más estrafalaria de las apariencias le trastornó profundamente.

Esa noche le hizo cambiar para siempre, quería para sí aquel gozo espiritual lejos de toda pasión obcecante y demoledora. Secó sus lágrimas con la mano y miraba a la luna suplicando que se le diera esa oportunidad. El alba se mostraba cada vez más luminosa. Las estrellas fueron desapareciendo y el Sol radiante se derramó sobre el horizonte llenando de esperanza su corazón sediento de novedades.

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Tuesday, December 27, 2005

Capitulo 6

La cocinera intentó tomar aire, tragó saliva y le habló quedamente:
- ¿Quién es usted?.
-Hola guapa,¿ me ayudas a quitarme esta porqueria de encima?.
-Voy a pedir ayuda, espere un momento y no se mueva de donde está.
-¿Moverme?, ¿cómo voy a irme de aquí si estoy prisionero de esta marasma de algas apestosas?, (vaya idiota de mujer, es mona pero no las tiene todas consigo, es evidente).
Al rato regresaba ella acompañada por todos los tripulantes de la nave.
-¿Un polizón a bordo?, decía el capitán inquisitivamente, -eso es imposible.
-¡Míralo, es un sin verguenza que se queria embarcar de estrangis!, decia la reina de los hielos.
-JAJAJAJAJAJA, parece que lo han emplumado, JAJAJAJAJA, más bien parece una bailarina hawaiana peluda. ¿Será un gay?, exclamó el doctor del antifaz.
La grumete y Beltenebro se reian, fueron a buscar la camara digital para inmortalizar la escena dantesca con la cocina hecha una pocilga.
Hubo un minuto de silencio general mientras la cocinera iba a buscar unos cubos al trastero, se miraron entre ellos sonriendo y gritaron de júbilo al unísono.
-A la mierda con las algas, están inservibles, jajajajaja, estamos salvados, jajajajaja.
A partir de ese día nombraron al polizón héroe nacional y le trataron con suma deferencia, le liberaron de las algas sumergiéndole en el mar envuelto en una red de pescar ; al reconocerle tras la metamorfosis del bautismo se partian de la risa: era la Ruina de la Familia en persona.
Cuando Ruina estuvo listo se sirvió el desayuno en medio del alborozo general en el camarote del capitán , esta vez estaban invitados todos.
La cocinera parecia algo más dulce, las tortitas estaban deliciosas y las crèpes volaron en un santiamén, las risas y el buen humor reinaban de nuevo entre todos.
El teniente respiraba tranquilo, ya no tendría más crisis de asma por los nervios, ¡qué alivio!.
Mientras ellos se cebaban; en el exterior se mascaba la tragedia.
Un pulpo gigante hambriento había detectado el perfume de la vainilla y la canela que se esparcían en el aire de la mañana y entró en celo, aceleró su nado y al ver la nave tuvo una reacción brutal, se quiso follar el navio a lo bestia y de la embestida casi zozobran y se van a pique.
-¡Maremotoooooooooooooooooooooooo!- gritaba la reina de los hielos.
-¡Tsunamiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!- chillaba la cocinera.
-Todos a sus puestos inmediatamente- gritó el capitán. -Esto es una emergencia, mantengan la calma señoras.
-¡Preparen los botes salvavidas!- ordenaba el teniente a Beltenebro y a la grumete.
El intrépido doctor habia salido a cubierta para ver que pasaba, vió los tentaculos gigantescos del pulpo y ni corto ni perezoso se abalanzó sobre él con un bisturí en cada mano, a modo de Sandokán el terror de los mares.
-¡Muere demoniooooooooooooooooooooooooooooo!, le gritaba encolerizado.
El pulpo le dió un sopapo con otro tentáculo y lo derribó de un ostión al suelo.
-¡Esto no va a quedar asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!- se armó con los sables de adorno que estaban en el mastil mayor y los clavó a modo de banderillas en el cogote del cefalópodo calentón causándole heridas mortales, pero el bicho tenia cuerda para rato, se debatía entre la vida y la muerte
La cocinera apareció detrás del bote salvavidas guardando las distancias y lanzó un grito de guerra muy penetrante : un "do de pecho" que perforó los tímpanos del pobre animal que solo quería perpetuar su especie.
-Joder con esta hembra- dijo el pulpo para sus adentros- este polvazo me va a costar la vida, está más dura de penetrar que una roca abismal, vaya mierda. Encima es sadomasoquista, y a mí esos jueguecitos no me ponen, me la traen floja. Mejor me largo y me la casco entre las grietas del fondo marino.
De este modo el Octopussy desalojó la nave y se salvaron de puro milagro.
El doctor se tumbó cuan largo era en cubierta y la cocinera le trajo un trago de saké para que recobrara fuerzas mientras explicaba a el resto las hazañas del Hércules del bisturí.
El teniente, que siempre recogía trastos inútiles en todas partes: decidió cojer el tentáculo seccionado para disecarlo y ponerlo como adorno cerca de su escritorio, pero la Ruina dijo que los calamares rebozados estaban la mar de ricos, que de taxidermia nada de nada, el vivo al bollo y el muerto al hoyo, se lo comerian en paella ese mediodia en honor del salvador del antifaz.

Ese día se cebaron de lo lindo, hubo reunión en cubierta al atardecer para comentar las peripécias de la jornada y contaron chistes verdes sobre los pulpos y sus primos hermanos. La hermandad se entrelazaba amablemente y aquello comenzaba a perecerse a una "troupe" de circo bien avenida.
Caia la noche fresca y se dieron las buenas noches.
El capitán escribía en su cuaderno de bitácora:
Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sinó vuela.....

Continuará.

Sunday, December 25, 2005

Capitulo 5

Temprano empezaba la vida a bordo el segundo dia de travesía.
El capitán subió a cubierta para tomar el fresco mientras se ventilaba su camarote antes de que se sirviera el desayuno para los oficiales de a bordo.
El doctor se levantó de buen humor esa mañana, estaban todos fuera de peligro, las gaviotas estaban sanas y no habría pandemia aviar. Se engalanaba para atender a sus funciones de matasanos naval.
La reina del mambo se maquillaba y se quejaba de dolor de espalda, ese catre era duro como un cordero muerto, pediria el libro de reclamaciones esa misma mañana y solicitaria un colchón de agua circular, como el del Hola, con sábanas moradas y dosel de volantes adamascados verde botella; que aún quedaban clases, señores, la sangre azul reclamaba sus privilegios de cuna glacial.
Furtivamente Blackie se deslizaba por el pasillo descalza y con el cuello lleno de manchas moradas que intentaba camuflar con su melena castaña. Sus mejillas sonrosadas todavia por el tibio contacto con las de su Romeo sabían a melocotón perfumado, por eso él casi se las consume con besos y otros mil besos, y mil aún , y otros mil todavia... y aún mil besos le daría y mil , y otros mil besos todavía...
-Calla ya, emulona de Catullo, so pedante, sigue con la historia. ¿Pero hubo sexo o no?.
...... Estás lecturas interactivas acabarán con mi paciencia........
El teniente se cubria el rostro con ceniza, las lamentaciones de Jeremias requerían su preparación meticulosa y debia seguir en su papel a toda costa, el papel de víctima era muy ventajoso a bordo, nadie se metía con él, es más: nadie lo tomaba demasiado en serio tal vez.
Beltenebro renqueaba entre las sábanas, que pereza le daba levantarse, se preguntaba si habría servicio de habitaciones a bordo.
La cocinera se levantó y decidió preparar crèpes y tortitas americanas esa mañana, había excedente de leche de soja, harina integral, harina de trigo sarraceno, miel y sirope de arce y supuso que estarían encantados de probar sus manjares recien cocinaditos y dulces para empezar con buén pié y recargar las pilas.
Ya entraba en la cocina arremangándose y colocándose la cufia cuando le vió.
Se quedó petrificada ante él y muda, la sangre se heló en sus venas, solo pudo articular un sonido apenas audible:
-Mamá.
Un ser infernal recubierto de algas estaba tirado en el suelo, retorcido y en una posición animalesca.
Él la miró a los ojos, sonrió y le dijo:
-¡Qué buena estás!. ¿Sales conmigo esta noche?.
Ella seguia muda pero de asombro esta vez, la voz era agradable, y la forma era humana. Entonces no era un monstruo. Estaba enredado en los hilos del secadero de algas. ¡Había que liberarlo!. ¿Pero quién era ese individuo?.


Saturday, December 24, 2005

Capitulo 4

Entrada la noche el capitán escribia en su camarote con la panza bien llena y saborando sus apestosos cigarrilos de contrabando barato en santa paz.
Un rayo de luna entraba por las cristaleras del maravilloso camarote de popa y la luz de las velas bailaba sobre el papel cuando un repentino estruendo distrajo la atención del capitán.
-¿Qué diantre?, como esté de bronca otra vez la lanzo por la borda y que se la merienden las tintoreras...
En la estancia de la cocinera, el estruendo llegó más fuerte, ella ni se enteró: estaba en plena sesión espiritista meditando sobre las esferas del universo y si debía raparse la cabeza al cero para evitar el contagio de piojos:
- ( Nunca se sabe... con esta gentuza que se ha embarcado...).
La reina de los hielos roncaba de lo lindo extenuada tras las emociones intensas que le habia deparado la jornada y no oia.
Por el lado de bavor el doctor levantó la vista de la gaviota seccionada que estaba examinando, era preciso averiguar que comían esas ratas del mar para prevenir epidemias a bordo, si la mascarona habia ingerido excrementos de ese animal habia riesgo de gripe aviar y no estaba el horno para bollos precisamente, supuso que algo en la cocina habia caido y no le dió la más minima importancia.
-La mala puta esa , se partiera el pescuezo de un resbalón y todos contentos...
Los dos tortolitos seguían haciéndose arrumacos en el pasillo de los camarotes de la tripulación, con el sonoro patacrác, Beltenebro aprovechó la situación y agarró a la ninfa para meterla en su camarote, con la excusa de que llegaba la loca y él queria proteger a su diosa de dientes blancos e inmaculados... ella naturalmente estaba encantada de la vida y aparentó ruborizarse para salvar las apariencias.
El teniente lloraba desconsoladamente su reciente viudedad , se arrancaba los cabellos y se rasgaba las vestiduras como lo haria un actor de cine mudo, Charlie Chaplin no lo haría mejor y por descontado no veia ni oia nada más que sus propios sollozos y con el sonarse los mocos ya tenia bastante.
Ese sonido provenia de la cocina.
Todos estaban en los camarotes.
¿Quién o qué pudo provocar ese escándalo?.
La cocina estaba a oscuras y no se veia absolutamente nada. Ni yo veo ahora mismo que está pasando alli dentro.
-¿Donde demonios esconden estos gilipollas el chocolate?
Una voz se alzaba entre las sombras y blasfemaba.
-¿Que cojones es esta mierda colgada que apesta?. AHHHHHHH, ¡no me toques!.
Gruñía intentando liberarse del tenderete de algas que se secaban y en el que estaba enredado y atrapado.
Evidentemente no era un espectro venido del más allá, este venia del más acá y tenia hambre, vaya si tenia hambre, y no encontraba nada, y encima habia tirado al suelo los platos de duralex de Carrefour que se compraron en oferta tres por dos, y los habia dejado hechos añicos: fosfatina y mierda de alga pegajosa y maloliente , una mezcla letal que el polizón de la nave nunca hubiera imaginado encontrar.
Sí, un polizón a bordo, para empeorar del todo esta pesadilla.
Era La Ruina.


Continuará....

Friday, December 23, 2005

Capítulo 3

Cuando empezó a caer el sol en el horizonte los dos enamorados se sentaron muy pegaditos en la borda para contemplar extasiados la puesta de sol.
La cocinera subió a cubierta con el cubo para baldear, pasar el cepillo y limpiar a fondo:
- Esto lo dejo yo tan reluciente que se podrá comer sopa en el suelo.
Vicky ya tenia unos cuantos atunes capturados, de esos chiquitos que puedes pescar con palangre, y se sentia feliz de poder regalar a su corte de los milagros tan preciado manjar.
El teniente fué al camarote del capitán y de este modo repasar los mapas de navegación y trazar la ruta para el siguiente dia de viaje.
El doctor se acercó sigilosamente a la proa sin ser visto por la ilustre fregona.
- ¡ Pisst !. Ehy. ¿Cómo va la pesca?. ¿Tendremos algo para comer esta noche?.
- Querido doctor: por supuesto que sí. Los dioses nos son propicios y Neptuno nos regala sus frutos más preciados.
- ¡Langosta de Menorca!, estupendo.
-¡ No ! , por todos los santos , la langosta está en el fondo y no pienso mojarme el pelo , esta mañana fui a la peluqueria y me tiene que durar este peinado hasta el próximo puerto que toquemos.
- ( No se lava la muy ... ya decia yo que tenia un aire de reina del setecientos, seguro que tiene piojos). Pero entonces que tenemos, ¿pulpo?.
-El pulpo lo serás tú precioso. ¡Tenemos pescado azul fresquísimo!, ve a la cocina a hervir arroz sin que te vea Lucrecia Borgia y luego preparamos los maki.
-Reza para que no me pille in fraganti.
-Tranquilo, la entretendré si veo que termina y no has regresado.
De este modo comenzaron las intrigas de palacio, no quedaba más remedio que conjurar contra el enemigo público número uno o rendirse a la posidonia correosa.
A todo esto la cubierta ya relucia como los chorros y el doctor sin regresar, había que actuar y rápido, la cena estaba en peligro y a la reina de los mares no se le ocurrió nada mejor que llamar a la cotorra tropical para que se acercara, pero no pudo pronunciar palabra porque con un alarido de:
-¡AGUA VAAAAAAAAAAAAAAA!.
un chorro de agua fria y apestosa a jabón lagarto se le derramó encima y casi se ahoga con un trozo de mierda de gaviota que se le metió en la boca. La loca de la cocinera le habia derramado el cubo de fregar encima para vengarse por la escenita de la mañana.
La Borgia de las posidónias lo hizo con toda su mala intención y alegaría en su defensa que creía que la mascarona no estaba alli, que los delifnes se habían ido a dormir y que no eran horas para pasearse por las proas de ninguna nave. La pobre sufría la paranoia de creer saber todo lo que se debia o no se debia hacer en cualquier momento y situación de la vida.
Esta marranada complicó aún más las cosas y suerte que no se contaminaron los pescados que estaban reservados para el sushi, la reina los tenia colgaditos a un lado del mascarón.
Al oir los gritos de ira de la pobre reina que habia cazado mopis acudieron todos.
-¿Qué demonios ha pasado?- preguntó el capitán embarazadísimo viendo a la pobre reina con esa pinta y el maquillaje corrido por las lágrimas.
La reina lloraba de rabia y sollozaba sin poder hablar. De ese modo la mala zorra tropical se salió con la suya esta vez, pero esto no iba a quedar impune. Era un acto abominable que clamaba venganza ante los ojos de los dioses (eso pensaba Vicky mientras la grumete la ayudaba a restaurar su peinado y a limpiar los churretes negros de las mejillas).
Cuando la cocinera se fué sacaron el botín de la proa y todos sonrieron abiertamente.
-¡Que bien!, me moria de hambre y mis tripas cantaban a coro el "porompompero" desde esta mañana. Dijo el capitán bonachonamente.
-...............................................................................
Todos se miraban sin moverse, nadie sabia que hacer con esos bichos relucientes que les miraban y entonces al doctor se le iluminó la mirada.
- ¡Dejádme solo! , esto es trabajo para profesionales del bisturí.
Le rodearon sentados religiosamente en silencio en círculo protector anti demonios para contemplar la ceremonia del samurai de los cuchillos quirúrgicos.
- ¡ZAS ZAS ZAS!. KISS KISS KISS. ZIP ZAP ZAP !. Voilá mesdames et messieurs!. Trae el arroz y enrrollemos esto antes de que asome la bruja.
Un aplauso general se alzó en medio de la noche y risas alegres llenaron la cubierta. Cenaron muy a gusto y limpiaron todo para eliminar cualquier resto o prueba del delito.
Felices se dieron las buenas noches y la cubierta quedó desierta bajo la luna menguante y las estrellas lucían en el cenit. La paz reinaba nuevamente y el capitán se fumaba uno de sus cigarros mientras escribia en su cuaderno de bitácora...

Continuará...

Thursday, December 22, 2005

Capítulo 2

Zarparon del puerto de Palma con rumbo desconocido.
Mientras cada tripulante arreglaba sus bultos en los respectivos camarotes, el capitán daba ordenanzas al teniente para ofrecer el aperitivo de bienvenida en la cubierta , aprovechando la magnífica jornada.
-A sus órdenes mi capitán.
Bajó al antro de los pucheros para concretar los detalles.
-El capitán ordena que se sirvan los pinchos de tortilla de patatas antes de las...
-Se sirven buñuelos de hojas de morera y croquetas de alfalfa.
-¿Qué?. ¿Has perdido la chaveta?. Acabamos de zarpar y ya contradices al mando supremo; ¿sabes que te arriesgas a que te encierren en el calabozo?.
-JAJAJAJAJAJAJA... ¿y quién es el guapo que os cocinará entonces?.
-( Si lo sé no vengo). ¿No hay patatilla?, ¿pistachos?, ¿pepsi?
-¿........................?.
-(Estamos perdidos). Que no se sirvan frios los canapés, y que la bebida tenga mucho hielo.
-¿Eso es todo guapetón?.
-¡EH!, un poco de respeto, ¿acaso no sabes con quién estás hablando?. (Esta chusma que come ajo, agh).

La grumete subió a cubierta la primera con su sonrisa profident y su inseparable beltenebro. Les seguia el doctor mientras se quitaba un resto de crema solar de la nariz, Vicky de Samotracia dejó su proa al oir las voces, el teniente siempre recubierto de un tul de foscurite antisolar (tenia genes de vampiro, podía desintegrarse si los rayos tocaban su cara) les repartia gorritas y bandanas conmemorativas con mamarrachos dibujados. El Capitán araña les daba la bienvenida personalmente cuando apareció el humeante aperitivo en una bandeja que pesadamente soportaba la cocinera.
-Usad los palillos, ¡EH, tú!, de uno en uno. Lo que tocas te lo comes. ¿ No te han enseñado modales nena?.
-¡Cállate cotorra!, y sírveme los canapés a mi también. Dijo imperativamente la reina de los hielos alias Vicky de Samos.
Entonces el teniente comprendió que habría mar de fondo toda la travesía, miró al capitán lánguidamente para que pusiera orden. Este asintió bonachonamente y dijo firmemente:
-Este es nuestro primer día a bordo, señoras, mantengan la compostur...
-Déjame terminar, (chilló la cocinera).
El pobre capitán se quedó a cuadros y se llevó las manos a la cabeza.
-Si quieres canapés sírvelos tú misma, nena mona, que yo también quiero probarlos. Y tras lanzar un gruñido desafiante se abalanzó sobre las croquetas.
El resto estaba al margen
de la situación; no se habian percatado de nada, pendientes de admirar el paisaje y de que las gaviotas no les chorizasen con su vuelo raso los canapés y menos aún les cagasen encima, pero el sabor maléfico de aquella bazofia engrudosa y oleosa que acababan de probar les hizo reaccionar. Se lanzaron en tropel a la ponchera y se acabaron la bebida intentando tragar aquella abominable comida.
-¡Nos quiere envenenar!. Chillaba la mascarona.
-¿Qué nos has dado?, ¡ está asqueroso!, ¡ si esto es el aperitivo no quiero ni imaginar lo que será la comida!. Farfullaba el doctor, al que le cayó el antifaz del shock.
-Yo quiero volver a mi casa ahora mismo. Lloraba la grumete mientras la consolaba su dulce naranjo.
-Pero si están riquísimos, ¡trae aquí esa croqueta! , ¡qué no sobre nada!, ¡no tenéis ni idea, ésto es sanísimo!. Y lo cepilló todo en un santiamén mientras ellos, cabizbajos y desconsolados asumían que estarían en huelga de hambre obligatoria hasta el próximo puerto.
Vicky les sonrió:
-No está todo perdido, mientras esté en proa atraparé los peces que salten con la red de cazar mariposas y tendremos sushi fresquísimo.
Todos se sintieron reconfortados al irse la cocinera y escuchar las palabras de la reina para con sus súbditos. La vida volvia a sonreir y podrían sobrevivir a la peor pesadilla de su vida.


To be continued...




Wednesday, December 21, 2005

Capitulo 1

Aquel sábado lucia un sol de justicia en la ciudad y los personajes de nuestro culebrón se disponían a llegar lo más tarde posible a la cita. Todos menos uno.
Uno: el hombre araña; que resoplaba por la nariz ( como un dragón volador escupe fuego) el humo de un cigarrillo tras otro preguntándose porqué demonios la gente era siempre tan impuntual y le dejaban tirado entre las sillas del bar americano.
Una hermosa muchacha abrazada dulcemente a su sufrido dulce medio naranjo detenidos entre las galerias esperaban para llegar aún más tarde si cabe a la cita, pero por la retaguardia arremetió sin piedad la pesada de turno arrollándoles y arrastrándoles para que el hombre chimenea no se sintiera tan solo.
Ya dentro del fumadero de opio se presentaron y comenzó el intercambio de contrabando y suministros de mercancia para sobrevivir .
Ante todo, lo más importante era presentarse con una bolsa llena de libros, los que fueran, pero al fin y al cabo libros.
Nuestros personajes son unos pobres desgraciados que se aferran a la pasta de papel, porque se la esnifan y se nutren de la tinta que se plasma en cada página, unos seres perdidamente enganchados a las tiras de dibujos estrafalarios que sobreviven entre las estanterias de las tiendas de cómics a precio de caviar beluga ( para que luego se diga que los tebeos son cosas de niños).
A medida que llegaban todos nuestros personajes se enrarecía el aire y los rayos del dios Ra les iluminaban cual fantasmas en busca de un cuerpo que poseer.
La borrachera de humo, calor, flashes de cámara de fotos y palabreria deshilvanada se derramaba por las mesas del local creando un clima de inenarrable complicidad en pequeños sectores de la concurrencia.
Pero algo aconteció y quebró el ecosistema tropical en mil pedazos, un inmenso oleaje hizo zozobrar la nave de la armada invencible y surgió de las profundidades marinas un gigantesco iceberg coronado en lo alto por un baldaquino en el que la reina de los hielos se columpiaba con los hierros de la ortodoncia mientras un séquito de pinguinos emperadores cantaba a coro sus loas.
La compañia se apartó de golpe para la entrada triunfal de la soberana y los pinguinos comenzaron a servir copas a todos:
-Pago Io.
Calmose el maremoto y pudieron salir a cubierta de nuevo para proseguir con los preparativos de la travesía.
La tripulación era variada: tenian un lider, un capitán ( y dónde manda patrón no manda marinero, pero de esto harán caso omiso los pardillos marineros que se han reclutado, más no adelantemos acontecimientos) que con catalejo en ristre oteaba el horizonte para preparse a zarpar de inmediato.
Tenian al teniente de a bordo, alias José Feliciano, porque se quedó sin gafas antes de zarpar y no habia multiópticas hasta el próximo puerto y porque según él tocaba la guitarra y cantaba al estar solo, pero nadie da fe de ello ni creo que viera dos en un burro, en fin...
A continuación estaba el médico de a bordo; le nombraron doctor porque le gustaba viviseccionar lo que cayese bajo sus garras. Esperaba recorrer el camino de Santiago si sobrevivía a la travesia; era un hombre enmascarado que odiaba ser retratado sin el antifaz.
La reina de los mares se quedaba en el mascarón de proa sonriendo a los delfines y la grumete se subia por los mastiles con su medio naranjo para preparar las velas, iban juntos a todas partes ( creo que eran siameses, pero esto aún no se ha podido comprobar); luego estaba la cocinera, puesto que necesitaban una cacatúa a bordo como animal apotropáico decidió ser las dos cosas, loro y encargada de la intendéncia, además como era muy maruja fregaría la borda cada noche y cantaría rancheras para levantar la moral a la tripulación cuando escaseasen los víveres.
En el momento de zarpar la amante del capitán derramó un par de lágrimas mientras soltaba lentamente el rollo de scottex rosa perfumado y este desenrollábase a medida que el casco del buque dejaba el amarre entre los gritos del teniente y la grumete que siempre discutían por chorradas y la Victoria de Samotracia congelada se quejaba de que la estaban salpicando su traje nuevo de pelo de león marino con tanta zozobra.
El capitán aguantaba la risa como podia y el doctor se comia un último bocado a medias con la mascarona antes de que la cocinera les envenenase con sus porquerias de algas marinas, no habria un mcdonalds hasta el próximo puerto.
- ¡cielos!, ¡maldición!. Repetían a coro el doctor y la mascarona.
- Te has comido los pepinillos y me has dejado sin.
De reojo miraba el teniente con sonrisa maléfica, los habia chorizado él para su show de los teleñecos de la noche de luna llena. Iba a demostrarles a todos que era un actorazo como la copa de un pino, y al regreso de la travesía , con los ahorros de la paga, viajaría a un pais lejano para hacer un casting de protagonista en una pelicula asiática.


Continuará...................................