cutredeblasto

Thursday, December 22, 2005

Capítulo 2

Zarparon del puerto de Palma con rumbo desconocido.
Mientras cada tripulante arreglaba sus bultos en los respectivos camarotes, el capitán daba ordenanzas al teniente para ofrecer el aperitivo de bienvenida en la cubierta , aprovechando la magnífica jornada.
-A sus órdenes mi capitán.
Bajó al antro de los pucheros para concretar los detalles.
-El capitán ordena que se sirvan los pinchos de tortilla de patatas antes de las...
-Se sirven buñuelos de hojas de morera y croquetas de alfalfa.
-¿Qué?. ¿Has perdido la chaveta?. Acabamos de zarpar y ya contradices al mando supremo; ¿sabes que te arriesgas a que te encierren en el calabozo?.
-JAJAJAJAJAJAJA... ¿y quién es el guapo que os cocinará entonces?.
-( Si lo sé no vengo). ¿No hay patatilla?, ¿pistachos?, ¿pepsi?
-¿........................?.
-(Estamos perdidos). Que no se sirvan frios los canapés, y que la bebida tenga mucho hielo.
-¿Eso es todo guapetón?.
-¡EH!, un poco de respeto, ¿acaso no sabes con quién estás hablando?. (Esta chusma que come ajo, agh).

La grumete subió a cubierta la primera con su sonrisa profident y su inseparable beltenebro. Les seguia el doctor mientras se quitaba un resto de crema solar de la nariz, Vicky de Samotracia dejó su proa al oir las voces, el teniente siempre recubierto de un tul de foscurite antisolar (tenia genes de vampiro, podía desintegrarse si los rayos tocaban su cara) les repartia gorritas y bandanas conmemorativas con mamarrachos dibujados. El Capitán araña les daba la bienvenida personalmente cuando apareció el humeante aperitivo en una bandeja que pesadamente soportaba la cocinera.
-Usad los palillos, ¡EH, tú!, de uno en uno. Lo que tocas te lo comes. ¿ No te han enseñado modales nena?.
-¡Cállate cotorra!, y sírveme los canapés a mi también. Dijo imperativamente la reina de los hielos alias Vicky de Samos.
Entonces el teniente comprendió que habría mar de fondo toda la travesía, miró al capitán lánguidamente para que pusiera orden. Este asintió bonachonamente y dijo firmemente:
-Este es nuestro primer día a bordo, señoras, mantengan la compostur...
-Déjame terminar, (chilló la cocinera).
El pobre capitán se quedó a cuadros y se llevó las manos a la cabeza.
-Si quieres canapés sírvelos tú misma, nena mona, que yo también quiero probarlos. Y tras lanzar un gruñido desafiante se abalanzó sobre las croquetas.
El resto estaba al margen
de la situación; no se habian percatado de nada, pendientes de admirar el paisaje y de que las gaviotas no les chorizasen con su vuelo raso los canapés y menos aún les cagasen encima, pero el sabor maléfico de aquella bazofia engrudosa y oleosa que acababan de probar les hizo reaccionar. Se lanzaron en tropel a la ponchera y se acabaron la bebida intentando tragar aquella abominable comida.
-¡Nos quiere envenenar!. Chillaba la mascarona.
-¿Qué nos has dado?, ¡ está asqueroso!, ¡ si esto es el aperitivo no quiero ni imaginar lo que será la comida!. Farfullaba el doctor, al que le cayó el antifaz del shock.
-Yo quiero volver a mi casa ahora mismo. Lloraba la grumete mientras la consolaba su dulce naranjo.
-Pero si están riquísimos, ¡trae aquí esa croqueta! , ¡qué no sobre nada!, ¡no tenéis ni idea, ésto es sanísimo!. Y lo cepilló todo en un santiamén mientras ellos, cabizbajos y desconsolados asumían que estarían en huelga de hambre obligatoria hasta el próximo puerto.
Vicky les sonrió:
-No está todo perdido, mientras esté en proa atraparé los peces que salten con la red de cazar mariposas y tendremos sushi fresquísimo.
Todos se sintieron reconfortados al irse la cocinera y escuchar las palabras de la reina para con sus súbditos. La vida volvia a sonreir y podrían sobrevivir a la peor pesadilla de su vida.


To be continued...




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